domingo, 8 de marzo de 2009

Derechos... y torcidos

Hace unos días comentábamos los problemas de Amazon con su lector Kindle y la posibilidad de oír el texto. Recordemos que el Sindicato de Autores afirmaba que Amazon no había pagado derechos para ser reproducidos como audio, sino con texto. esta se defendía diciendo
[...] la herramienta experimental de Kindle 2 de transformar texto en voz es legal: no se hace ninguna copia, no se crea ningún derivado, y no se da ninguna muestra.
Pero en cualquier caso ha preferido curarse en salud y delegar en el editor la función de bloquear la posibilidad del audio.
Muchos expertos opinan que este es un tema que exige una reflexión y discusión en profundidad. Los derechos de copyright se están quedando obsoletos en la nueva sociedad de la información, digital y tecnológica. Hay que dar una respuesta a todos los nuevos retos.
Los problemas actuales del sector del libro en España (librerías en desaparición, devoluciones masivas de libros, producción desorbitada, el precio fijo,...) no nos está dejando levantar la mirada del suelo y proyectarnos hacia un futuro que se está convirtiendo en pasado.
Barnes & Nobles, que se autotitula la mayor librería del mundo, acaba de comprar por 16 millones de dólares a Fictionwise, el mayor independiente del libro digital.
Fictionwise tenía todo desde el 2000: librería virtual con y sin DRM, software lector para ordenadores, móviles e iPhone y el eBookwise, un lector de tan sólo ¡100 €!

Cada día más lectores de libros digitales, se incomodan por los libros que se descargan con DRM. En muchos casos prefieren irse a por las copias ilegales. El DRM, que permite defender el justo derechos de propiedad intelectual, se está quedando obsoleto como tecnología. Actualmente se vinculan los libros digitales a un aparato/máquina, pero el lector quiere independencia para poder "mover" su libro del ordenador al móvil y de este a un notebook y de este...
Ya hay alguna empresa de servicios que ofrece la posibilidad de que el editor sea quien decida, en el contrato, que su libros electrónicos vayan sin DRM. Y ya hay editores que aceptan esta situación y confían más en el precio reducido que en cerrojos electrónicos.
En fin, seguiremos hablando de esto y, seguro, de algún acontecimiento interno del sector.

Jorge Ruiz



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