Tomo el título prestado al blog de Joaquín Rodriguez, en el que citando a Reuters (leer noticia completa en inglés), informa de que la Biblioteca de la Universidad de Princenton acuerda que Google digitalize un millón de títulos a través de su proyecto de bibliotecas .
Los comentarios que hace este blog son interesantes para que reflexionen aquellos editores que aún no vislumbran con claridad los retos a los que nos enfretamos día a día.
Recomiendo para los que lean ese idioma bárbaro (Galileo dixit) que pinchen en los enlaces correspondientes; los demás pinchemos en el enlace del blog.
Jorge Ruiz Morales
miércoles, 7 de febrero de 2007
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5 comentarios:
El debate está entre los partidarios de la colectivización de la cultura y los defensores de la creación intelectual como propiedad perpetua. Lo demás son los limites establecidos por la ley.
Google, seguramente, se encuentra más cerca de estos últimos que de los primeros y no parece probable que esté por compartir su famoso algoritmo con nadie.
Así pues los bandos son claros:
Poseedores de propiedad intelectual vs desposeídos.
Mientras lo que se digitalicen sean obras sin derechos de autor, o con el permiso del mismo nada debemos ni podemos objetar. Ahora bien cuando lo que se produce es un acto de flagrante piratería deberíamos aprender de nuestros colegas americanos y franceses que no han dudado en apoyar, como gremio, al agraviado.
Las Editoriales centenarias o casi centenarias como Hernando, Morata, Reus, Castalia, Revista de Derecho Privado, Pegaso, etcétera se encuentran en ese territorio fronterizo en el que algunos libros pueden tener o quizá no tener derechos y en consecuencia son susceptibles de ser avasallados por la furia escaneadora, esperemos por su bien que sus arcas estén bien surtidas pues habrá que ampliar el presupuesto para abogados.
Jesús de Reus
El gran problema no vendrá por la "furia escaneadora" de Google o de otra empresa. La clave del intercambio de contenido a través de Internet, está en el usuario anónimo.
Un precedente idéntico lo tenemos en el mundo de los editores musicales: el problema de la piratería en formato mp3 no acabó con Napster, como pensaron las grandes discográficas.
Aprovechar las nuevas tecnologías para reforzar el verdadero valor del editor es el único camino.
No se puede debatir si los contenidos se van a mover a través de Internet. Símplemente por que como en el formato mp3 para la música es algo inevitable.
Si ese fuera el problema no haría falta esperar al futuro para verlo pues los sistemas de intercambio de archivos funcionan a toda máquina desde hace años.
El libro en formato digital no funcionará hasta que el formato sea idéntico o casi idéntico al del papel cosa que finalmente es más que probable que ocurra.
Mientras tanto, insisto, los editores americanos, que si ven un problema, organizados en torno MCGRAW-HILL PEARSON, PENGUIN, SIMON & SCHUSTER, JOHN WILEY etc. y los franceses con LAMARTINIERE han decidido presentar batalla en defensa de sus intereses legítimos hoy.
Sin duda hay que aprovechar las nuevas tecnologías pero en lo que a nosotros respecta intentaremos, si nos dejan, seguir nuestro criterio que no tiene porque coincidir con el de los señores de Redmont.
Jesús de Reus
Ya la tecnología de intercambio de publicaciones, de ponerlas a disposición de los usuarios en forma gratuita o por pago no es el problema, éste sería ahora ¿cómo se protegerán los derechos de autor en la Internet?, ¿cómo trasladar la lectura placentera a la playa en una estorbosa laptop que puede mojarse con agua salada o llenarse arena? y en el mundo de la lectura para otros fines, cómo convertir la gran masa de información de un volumen en conocimiento en esta su era (¿con la lectura?).
Ya la tecnología de intercambio de publicaciones, de ponerlas a disposición de los usuarios en forma gratuita o por pago no es el problema, éste sería ahora ¿cómo se protegerán los derechos de autor en la Internet?, ¿cómo trasladar la lectura placentera a la playa en una estorbosa laptop que puede mojarse con agua salada o llenarse arena? y en el mundo de la lectura para otros fines, cómo convertir la gran masa de información de un volumen en conocimiento en esta su era (¿con la lectura?).
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