Plan:
Mantener la actual dotación de subvenciones a la industria editorial, pero probablemente modificando el “concepto”, lo que se debe subvencionar deben ser libros que por su alto coste intrínseco o su alta dificultad técnica de edición a la vez que por su escaso mercado potencial, sea necesario incorporar al patrimonio bibliográfico español, liberándose entonces una gran parte de esa partida para apoyar bajo otro prisma a la edición independiente,
Desarrollar un paquete de medidas de desgravación fiscal y exenciones fiscales para librerías y editoriales. Es imprescindible un plan de dotaciones de apoyo directo para la renovación y modernización de locales de librerías y de renovación tecnológica. Lo mismo vale para editoriales. Por ejemplo, ¿no sería razonable que una editorial pudiese liquidar sus impuesto con libros cuyo destino serían las bibliotecas públicas?
Poner en marcha un plan de exenciones fiscales al cliente final por la compra de libros, profesores, investigadores, padres con hijos en la universidad, etc.
Desarrollar un plan público –gobierno central y autonomías- de adquisiciones de bibliotecas de libros de edición independiente.
Instar al Ministerio de Cultura a realizar una campaña nacional en TV de “compre y regale libros”, además de insistir en que todas las cadenas de TV públicas incorporen programas sobre libros en sus parrillas, fundamentalmente porque se financian con dinero público y deben tener en su misión corporativa ser un servicio público y apoyar todas las manifestaciones culturales.
Convertir el Observatorio del libro en un centro de información, análisis y prospectiva de primer nivel.
Diseñar y poner en marcha un plan de apoyo a la librería y a la edición independiente.
Preparar un encuentro bianual entre bibliotecas y libreros y editoriales.
Revisar la eficacia de las campañas de apoyo a la lectura. ¿Tiene esa inversión algún retorno?
Campaña de IVA CERO en el libro (es razonable pensar que, bajo la coyuntura actual, algunos tipos impositivos puedan tener una tendencia alcista)
Nada es difícil si las manos y los materiales son los adecuados.
5 Recomendaciones para editores:
Comenzar a plantearse la necesidad de “fusiones” editoriales entre editores independientes respetando la especificidad de los sellos y marcas. El tamaño importa y mucho en el escenario actual.
Ajustar tiradas
Contener precios de manera radical
Rigor en el lanzamiento de novedades
Ajustar el plan editorial a la coyuntura actual
Manuel Gil
7 comentarios:
Muy sugerentes las ideas que nos propone Manuel.
En el pasado algo se ha intentado, pero sin seriedad, pero desde luego las sinergias mandan
A veces el bosque nos impide que los primeros árboles nos pongamos de acuerdo. No es necesario que "todos" lo hagamos, pero algunos debemos dar paso en esa dirección.
Merece la pena reflexionar sobre estas propuestas, pero me parece que lo de pagar los impuestos con libros solamente beneficiará a las grandes editoriales que encontrarían una forma de quitarse del medio los stock. Y además ¿que pasaría con los derechos de autor de esos libros?
Pensemos, pensemos...
Algunas ideas son verdaderamente buenas, por ejemplo.
1.Campañas de televisión (pública).
Que promuevan y apoyen editoriales independientes como a todas las manifestaciones culturales, en un medio público. Garantizando bibliodiversidad y libertad de expresión cultural. No condicionada estrictamente por los beneficios economicos.
2.Exenciones fiscales especificas. Es decir al cliente final dirijidos a investigadores, docentes, alumnos etc.
3. Ayudas para las editoriales independientes que aporten libros a las bibliotecas y demas organismos publicos.
No es que sea una panacea pero los costos serían mínimos y las ventajas evidentes. (Tal como yo lo entiendo).
G.G.G
Del Plan anticrisis para el sector del libro propuesto por Manuel Gil me gustaría subrayar la oportunidad de sus recomendaciones a un gremio tan poco dado al análisis, la reflexión y la autocrítica como es el de la edición.
Los editores debemos tomar conciencia del perjuicio que nuestra incontinencia editorial está produciendo al sector. Más allá de consideraciones ecologistas, nuestras “apuestas” editoriales tienen un alto grado de irresponsabilidad, improvisación y desajuste con la realidad del mercado del libro en español, impermeable ya a tanta oferta sobredimensionada, hiperfragmentado en sus intereses y con una tendencia muy marcada a la horizontalización de la demanda.
Ciertos editores, que siguen editando dando la espalda a la realidad del mercado, se asemejan a especies corrosivas que destruyen el ecosistema en el que se introducen como especie invasora.
Los editores, en definitiva, debemos tomar conciencia de cuáles son las consecuencias de una manera de hacer las cosas que hasta ahora ha funcionado para el mercado de masas pero que ahora ya no da respuesta a los emergentes mercados de nichos.
Asistiremos en breve, pese al optimismo irresponsable de algunos, a malos tiempos para la economía del libro. No confundamos los términos: la lectura poco tiene que ver con la economía: los aparentes buenos tiempos de los niveles de lectura llevan a sentenciar a algunos que la crisis no es tal porque siempre nos quedará el “eterno lector” o el “lector fuerte”, pero no sabemos qué va a leer este tipo ni qué y cuánto va a comprar, ni tampoco parece que sepamos dónde lo va a hacer; y si no sabemos todo esto, difícilmente sabremos qué editar en el futuro para acertar.
El obsercatorio del libro tiene mucha tarea aún por realizar para justificar su existencia. Para los editores que quieran sobrevivir, se acabaron los tiempos de editar para luego vender. Antes de editar, editor, piense, por favor.
La manera responsable de hacer frente a la crisis es plantearse de forma realista los planes editoriales, lo cual pasa por enfocar la definición clara de los catálogos, las colecciones y los lanzamientos de forma racional, desde una toma estratégica de decisiones -previa consulta de estudios rigurosos de mercado, de tendencias, etc-, por la continencia editorial, por la reducción del precio final del libro -acorde con la sociedad de low cost en la que vivimos-.
En definitiva, el editor ha de aprender a hacer de manera eficiente su trabajo, que no sólo consiste en editar, sino en editar bien, a tiempo y con inteligencia.
Fco. Javier Jiménez
fjjimenez@ppespuma.com
Todo eso esta muy bien, pero para poder editar bien a tiempo y con inteligencia, hay que poder hacerlo en igualdad de condiciones. Las pequeñas editoriales estan a punto de desaparecer y ser aplastadas, perdiendose la pluralidad de la oferta editorial y la libertad de expresión. La grandes editoriales y las grandes superficies estan arrollandolo todo. Son las que poseen todo el potencial y de hecho saturan el mercado impidiendo la diversificación de la oferta editorial y por si fuera poco las leyes les favorecen mas aún. La raiz, el meollo de la cuestión, la esencia, independientemente de las luces de tal o cual editor, es poder editar en igualdad de condiciones y que luego la gente elija qué comprar, pero para poder elegir primero tiene que haber una oferta y para que haya una oferta tiene que haber igualdad de oportunidades.
Estas medidas del señor Gil, son solo un modesto intento para poder evitar en la medida de lo posible que el sector de las pequeñas editoriales se vea aplastado, por una economia no de libre mercado, si no de monopolio total, abusivo y completo.
G.G.G
El libro, independientemente de sus condicionantes culturales, es un producto de mercado más, dentro de la sociedad de consumo; la industria del libro no desarrolla sus actividades al margen de esta sociedad, y los editores no pueden seguir trabajando ignorando las reglas de juego del mercado.
El problema es que planteamientos que subrayan la conflagración dialéctica entre edición independiente y grandes grupos editoriales tienen cierto tufillo a materialismo histórico trasnochado y a demagogia marxista carpetobetónica.
Estamos hablando de que vivimos en unsa sociedad de consumo, donde las reglas de juego las marca el mercado. No se trata de abogar por la defensa de un capitalismo neoliberal, ni mucho menos defender un darwinismo económico. Lo que Manuel Gil y yo sostenemos es que el editor independiente no puede seguir haciendo las cosas como hasta ahora, que el futuro no es el pasado más la inflación.
El gran error del editor independiente es considerar que el mercado donde debe luchar es el mismo que el de los grandes grupos editoriales. El error se confirma por las mañas del primero, que pretende imitar al grande en un mercado como el de masas, en el que el editor independiente no lucha, efectivamente, en igualdad de condiciones.
El editor independiente sueña con emular los gestos del editor faraón, que no deja de edificar pirámides de sus libros en las grandes superficies, domina las mesas de novedades de las cadenas de librerías, u ocupa los mejores puestos en escaparates de las librerías o las papelerías.
El problema no está en una presunta desigualdad de condiciones para competir en el mercado, el problema está en que el editor independiente no tiene claro en qué mercado quiere/puede competir. La solución no está, por tanto, en procurar una "igualdad" entre unos y otros -me aterra pensar quién y cómo facilitaría esa deseada igualdad, que no pasara por un intervencionismo, otro más, del Estado-. La solución pasa, en definitiva, por la diferenciación entre mercados.
La sociedad de consumo en la que vivimos configura un mercado hiperfragmentado. El editor independiente ha de desarrollar estrategias proactivas para identificar los nichos hiperfragmentados a los que debe dirigir su oferta editorial. La eficacia de la oferta de la edición independiente no viene, por tanto, propiciada por una presunta igualdad con los grandes en la línea de salida de la venta (situación ésta de "línea de salida" que sólo es imaginable a nivel teórico), sino por la elección estratégica de los mercados en los que competir.
En un mercado con una saturación de la oferta, por la incontinencia editorial (irracional e improvisada), la visibilidad es la gran asignatura pendiente del editor independiente. El problema es que al no tener claro en qué mercados compite, el editor independiente tampoco tiene claro en qué debe consistir la visibilidad de su oferta editorial.
La visibilidad física, evidentemente, la están logrando los grandes en el mercado de masas. Pero, como sostenemos en El nuevo paradigma del sector del libro, el éxito de la edición independiente pasa por la identificación de los mercados hiperfragmentados, en los nichos de mercado donde sí debe ser competitivo. Eso implica desechar, por fin, por ineficaces, planteamientos como los de la distribución intensiva o extensiva, el café para todos, o pensar que con editar bien basta o que primero se edita y luego hay que vender (de tal manera que si el libro vende, se piensa que el editor es un genio, y si el libro no vende, se piensa que la culpa es del comercial).
El nuevo planteamiento estratégico del editor independiente en el cambio de paradigma, sostenemos, pasa por una apuesta por la distribución selectiva, la visibilidad virtual y la identificación y comunicación directa con las comunidades de intereses afines a su línea editorial. El editor, en definitiva, debe pensar antes de editar, identificar muy bien cuál es su cliente final -no las librerías, como hasta ahora- y adaptarse a los intereses de esos nichos, una vez identificados.
Las propuestas de Manuel Gil y yo mismo van, en definitiva, en la línea de una revolución de la cultura empresarial editorial, más allá de trasnochados maniqueismos a la hora de analizar el sector editorial. Esto no es una historia de buenos contra malos, de indios contra vaqueros, es un verdadero cambio de paradigma de la edición.
Muy interesante tanto su exposición, como su propuesta. De hecho interpreto que invita a una especialización tanto del editor independiente seleccionando su cliente final y sectores muy especificos, hasta ahí muy claro. Es una forma en definitiva de sobrevivir a los vaivenes actuales del mercado, mas precisa y realista, de acuerdo. (Viendo al libro como lo que es (en una parte, en la comercial). Como un producto de mercado. Coincido con usted. Independientemente que si las cosas siguien así, por los mismos excesos de nuestro sistema economico actual que tienden al monopolio de los mercados, la libertad de la oferta independiente o simplemente distinta de alguien que por ejemplo quiera empezar de cero, se verá muy mermada. Pero esto ya es otro tema.
La cuestión es que un libro por sus caracteristicas propias, es mas que un producto de mercado, es un medio de expresión, ya no esta solo en juego la supervivencia economica de los editores "independientes". Si no la posibilidad real de expresión
de cualquiera que quiera ofrecer o expresar algo nuevo distinto, en definitiva, que quiera dar a conocer lo que piensa por si mismo mediante su trabajo, esto es lo que a mi personalmente tambien me preocupa. Mire usted, en estos tiempos que corren lo que no va acorde con el "sistema" actual y sus respectivos intereses se ve como algo extraño incluso como una amenaza, no se trata de ir en contra de nadie sino simplemente de exponer una o varias ideas distintas (aunque sean equivocadas). Si condicionamos la libertad de expresión, a la capacidad economica de quién la proporciona, al final solo se expresaran unos pocos priviliegiados, y considero que la cultura es un derecho de todos. De lo contrario vamos a volver a la epoca de los faraones y los sacerdotes. Ya no me refiero economicamente (que insisto coincido con ustedes) si no las consecuencias sociales y culturales). El monopolio economico y de los medios de expresión, tarde o temprano desemboca en un monopolio social y político= A dictadura o tirania.
Esto no es nuevo, ya ha sucedido antes. En fin personalmente me gustaria que hubiese un sector editorial independiente fuerte y autosuficiente, en los tiempos que corren lo veo pero que muy necesario. Un cordial saludo.
G.G.G
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