jueves, 25 de enero de 2007

NOSOTROS NOS LO GUISAMOS, NOSOTROS NOS LO COMEMOS. ¿HABLAMOS DEL COCIDO O DEL SECTOR EDITORIAL?

Como esta el patio editorial, (impro­bables) señoras y señores. Primer dato: en este país, y según cifras de la (por ahora) Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), existen unas 724 empresas editoriales agremiadas, además de más de 500 (datos del IS­BN) que no lo están. De manera que, en principio, no se entiende muy bien que para la Presidencia de la FGEE se piense siempre en las mismas personas.
En las tres décadas que el invento lleva funcionando, sus nombres resultan familiares y repetitivos (los transcri­bo sin orden y confiando sólo en mi memoria): Juan Salvat, Francisco Pérez González (Santillana), Pere Vicens (Vicens Vives, dos veces), Federico Ibáñez (Castalia), Fermín Vargas (Alianza), Juan de Isasa (SM), Josep Lluis Monreal (Océano). La endogamia se ha agudi­zado en los últimos cuatro mandatos: Emiliano Martínez (Santillana), Jordi Úbeda (Publicacions de l'Abadia de Montserrat), otra vez Emiliano Martí­nez, de nuevo el senyor Úbeda (felici­dades, Jordi, por el re-nombramiento).

La alternancia Madrid-Barcelona se basaba en el dato empírico de la propia estructura geográfica del sector. Y en un pacto entre poderosos caballeros que hacía innecesarias las votaciones: puesto que nosotros nos lo guisamos, lo lógico es que nosotros nos lo coma­mos (cocidito o carn d'olla). Ahora las cosas son diferentes. La estructura del sector ha cambiado, sin duda, tanto territorial como internamente (mayor presencia en el gremio de Madrid de los independientes, mayor concentración en el de Barcelona -donde pesa mucho Planeta-, influencia de los naciona­lismos en los gremios «periféricos» menores, antes calladitos). Y surgen nuevas alianzas que persiguen modifi­car la relación de fuerzas recurriendo a la votación entre desiguales y haciendo añicos el antiguo consenso.
Y es que los ánimos se excitan ante retos im­portantes que agudizan los conflictos: comienza la fase de consultas de la Ley del Libro, por ejemplo, en la que todos se juegan mucho. Y los editores catalanes, que no son precisamente un bloque homogéneo (al conseller de Cultura de la Generalitat, ERC, le «ponen» más los que publican en ca­talán), quieren mejor espacio (el que posee la FGEE, por ejemplo) para su aterrizaje en Francfort 2007.
Ay, ay, ay, senyor Úbeda, qué nueve mesecitos se le vienen encima, más vale que vaya encargando buenas dosis de trankimazin. Y no ayuda nada que, desde un periódico catalán, se llame a su antecesor, un demócrata desde que yo recuerdo (y recuerdo mucho), caudillo.
En fin, que prepárese. Por si los gremios.

Manuel Rodríguez Rivero
Publicado originalmente en ABC de las letras el 10 de enero de 2007

lunes, 22 de enero de 2007

Preguntas, a la Federación de Gremios de Editores de España

Hace unos días toda la prensa nacional (pinchar aquí y aquí), e incluso algunos blogs, recogían el nombramiento de Dn. Jordi Úbeda, Administrador de Publicaciones de la Abadía de Montserrat, como Presidente de la Federación.

Bien, pues no. No es de la Abadía, sino que parece que es el asesor personal de Dn. José Manuel Lara, “patrón” del grupo Planeta.

Preguntas:

-¿Cuando fue elegido presidente de la FGEE estaba en Planeta o en negociaciones avanzadas con el grupo y no informó de ello?

- ¿Cómo puede ser que se comunique a los medios unos apuntes biográficos omitiendo el último?

- ¿Cómo se puede ser Presidente de la FGEE, sin tener una responsabilidad directa editorial o de gestión en una empresa del sector?

-¿Cuándo va a informar de su nueva situación a la FGEE?

-¿Cuándo va a informar, rectificando, a las autoridades y a los mismos medios de comunicación a los que envió su curriculum?

-¿Cómo va a explicar estas anomalías, qué va a hacer después?

-¿Tan mal está la edición española de personalidades representativas que los presidentes de la FGEE y de CEDRO han de pertenecer al mismo grupo?

Y así...

Jorge Ruiz Morales

lunes, 15 de enero de 2007

Google, los podencos y la Ley del Libro

Al final ha pasado lo que algunos veníamos anunciando desde hace algún tiempo: Google ya está entre nosotros y los editores nos hemos quedado a verlas venir. Los medios de comunicación anunciaban el día 11 de enero, apenas estrenando el año y el cambio en la presidencia de la FGEE, - nuevamente Dn. Jordi Úbeda, de las Publicaciones de la Abadía de Montserrat-, que cinco importantísimas bibliotecas de Cataluña, entre ellas precisamente la del Monasterio de Montserrat, han autorizado al conocido buscador de Internet a digitalizar más de trescientos mil (300.000) volúmenes depositados en ellas.

A fuerza de discutir si eran galgos o podencos, como en la conocida fábula, los editores hemos sido alcanzados, sin haber tomado colectivamente ninguna salvaguardia, por una realidad digital. La cosa es tanto más notable cuanto que las voces más enérgicas contra cualquier acuerdo con Google han provenido de la edición catalana. De allí han salido las posiciones más radicales contra cualquier intento de apertura de conversaciones con la empresa estadounidense, las bibliotecas y las autoridades nacionales o autonómicas para encontrar un protocolo de actuación que diera garantías efectivas a los editores, -también a los independientes que carecemos de grandes recursos para defendernos uno a uno por separado- de que los derechos que legítimamente nos corresponden iban a ser respetados.

El radicalismo verbal, una vez más se ha resuelto en imprevisión. ¿Llevarán los radicalmente contrarios a cualquier negociación de este asunto, los partidarios del “hasta el final”, a la Biblioteca Nacional de Cataluña, a la de Montserrat, a la del Seminario de Barcelona, a la de Centro Excursionista, y a la Consejería de Cultura del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, a los tribunales? No me lo digas.
Reclamemos una solución inteligente al problema que garantice los derechos de todos, establezca mecanismos de comprobación rápidos y eficaces de lo que se digitalice y, en particular, tutele efectivamente a la edición personal independiente. Las administraciones concernidas, los autores y la edición han de ponerse manos a la obra precisamente ahora y ahora mismo cuando el proyecto de Ley del Libro está en periodo de “audiencia de las partes”.

Federico Ibáñez