Cuando en plena Feria del Libro de Madrid comenzaron a aparecer artículos hablando de que el libro era casi inmune a la crisis, muchos de nosotros pensamos que estábamos ante unos artículos “temerarios” y poco “cautelosos”, en gran media avalados por el silencio cómplice de las direcciones de nuestros gremios, incluyo a libreros, distribuidores y editores. Desde entonces a aquí he visto numerosos estudios y análisis de la repercusión de la crisis en otros sectores, en el caso del libro, ninguno.
Una contracción del consumo de la magnitud que empieza a tomar la crisis actual es evidente que iba a implicar una crisis del sector a partir de un cierto momento. Está más que estudiado en economía y en historia que la incidencia y virulencia de una crisis no llega por igual y con los mismos ritmos a todos los sectores del comercio minorista, como bien dice la “Ley del desarrollo desigual y combinado”, es decir, a iguales causas, diferentes efectos, ritmos de incidencia y virulencia en el impacto.
El espejismo de los datos de enero a junio en la evolución del consumo en general venía determinado, esencialmente, por el aumento de los precios, en torno al 4,4%, que por el aumento real de las ventas, el 1,5%, esto puede comprobarse leyendo cualquier informe de los muchos que han ido apareciendo desde entonces, y que determinaban una evolución positiva en torno al 6%.
Durante estas últimas semanas han ido apareciendo en la prensa artículos en los que se preguntaba a diferentes editores por la “ incidencia de la crisis”, unos se mostraban “críticos” con la situación y otros mucho menos preocupados, pero eso sí, ninguno manejaba datos reales, sencillamente porque no los hay, al menos públicos, científicos y contrastados. Veamos lo que planteaban.
LOS CRÍTICOS
El libro es un artículo de ocio y entretenimiento, por tanto muy sensible a las crisis.
El libro, como cualquier producto, está sujeto a las disponibilidades de renta y crédito.
El libro es un bien de consumo no primario, por tanto una de los bienes en los que primero se ahorra.
La evolución de las compras en las grandes cadenas y librería son mucho más cortas que hace unos meses, por prudencia y cautela.
El aumento de las devoluciones es el mejor indicador de que los puntos de venta intentan liberar activos a la vez que descubren la estrechez de la demanda.
Al no existir la compra por marca ni la fidelidad a los sellos editoriales se incrementará la venta de los libros de los que todo el mundo habla y se venderán todavía menos el resto de la producción editorial.
La incontinencia editorial en cuanto a producción se verá seriamente castigada.
El libro de compra por impulso se resentirá seriamente.
Los precios y tiradas se tendrán que ajustar necesariamente.
LOS CONFIADOS
Los consumidores con rentas bajas no suelen comprar libros.
La edición no nota descensos impactantes en períodos de recesión.
El libro es un sector “contracíclico”.
El libro es un producto refugio por tener una horquilla de precios de mucha elasticidad.
El libro aguanta “mejor” las crisis que otros sectores del consumo ocio cultural.
El sector está acostumbrado a las crisis.
Los planes editoriales se fijan con mucha antelación, pensando en nichos, tendencias, etc… por tanto no hay por qué modificarlos ante una leve contracción de la demanda.
En navidades habrá un repunte del volumen comercial debido al desplazamiento del regalo hacia el sector del libro por la enorme variabilidad de su escandallo de precios.
El “lector eterno” seguirá comprando libros.
Desde mi punto de vista lo primero que el sector necesita y demanda es un buen análisis estadístico-científico de la situación, los datos y la economía clásica que se manejan en el interior del sector dan evidentemente la razón a los “críticos”, no puede entenderse que una industria tan potente como la editorial no tenga al día de hoy un análisis de proyecciones de situación que permita tomar decisiones con un mínimo de garantías y fiabilidad. En mi opinión, y por los datos que tengo, en muchos casos obtenidos con llamadas telefónicas y conversaciones con editores y puntos de venta, la situación es bastante preocupante. Quizá ha llegado el momento de que el sector reaccione y lance un “Plan Anticrisis”, en vez de estar pendiente de quién asume la presidencia del gremio. Y es que negar la evidencia no la cambia.
3 comentarios:
Hay una palabra, que por distintos y fragmentados intereses, siempre rodea al sector editorial, esta se llama: Transparencia.
Pokoyo
A lo que añadiría, sin dicha palabra, es bastante complicado obtener estadisticas y estudios fiables, en mi opinión imprenscindibles para identificar un problema del tipo que sea y apicarle la solución mas conveniente.
Pokoyo
Al hilo del oportuno diagnóstico epidemiológico de Manuel Gil sobre la crisis del sector editorial, se hace necesario ahora más que nunca solicitar al Observatorio del libro que aporte datos útiles, contrastados y realistas, imprescindibles para la toma de decisiones de editores que pretendar abordar el futuro con un mínimo planteamiento estratégico.
Pero, efectivamente, como tan oportunamente señala "anónimo" en sus comentarios, la transparencia no es una de las virtudes del sector, y el propio comentarista es ejemplo de ello. Transparencia, sí, pero también mecanismos de análisis y de corrección, así como órganos eficaces que arbitren los modos y maneras del sector.
Va siendo hora de que los tres gremios comprometidos apoyemos la redacción e implantación de un Plan de buenas prácticas comerciales que regule el sector, para que las tres instituciones representativas dejen de ser simplemente organismos antediluvianos de gestión de cobro de cuotas de sus agremiados, o plataformas de promoción, por intereses personales, de algunos.
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