Al final ha pasado lo que algunos veníamos anunciando desde hace algún tiempo: Google ya está entre nosotros y los editores nos hemos quedado a verlas venir. Los medios de comunicación anunciaban el día 11 de enero, apenas estrenando el año y el cambio en la presidencia de la FGEE, - nuevamente Dn. Jordi Úbeda, de las Publicaciones de la Abadía de Montserrat-, que cinco importantísimas bibliotecas de Cataluña, entre ellas precisamente la del Monasterio de Montserrat, han autorizado al conocido buscador de Internet a digitalizar más de trescientos mil (300.000) volúmenes depositados en ellas.
A fuerza de discutir si eran galgos o podencos, como en la conocida fábula, los editores hemos sido alcanzados, sin haber tomado colectivamente ninguna salvaguardia, por una realidad digital. La cosa es tanto más notable cuanto que las voces más enérgicas contra cualquier acuerdo con Google han provenido de la edición catalana. De allí han salido las posiciones más radicales contra cualquier intento de apertura de conversaciones con la empresa estadounidense, las bibliotecas y las autoridades nacionales o autonómicas para encontrar un protocolo de actuación que diera garantías efectivas a los editores, -también a los independientes que carecemos de grandes recursos para defendernos uno a uno por separado- de que los derechos que legítimamente nos corresponden iban a ser respetados.
El radicalismo verbal, una vez más se ha resuelto en imprevisión. ¿Llevarán los radicalmente contrarios a cualquier negociación de este asunto, los partidarios del “hasta el final”, a la Biblioteca Nacional de Cataluña, a la de Montserrat, a la del Seminario de Barcelona, a la de Centro Excursionista, y a la Consejería de Cultura del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, a los tribunales? No me lo digas.
Reclamemos una solución inteligente al problema que garantice los derechos de todos, establezca mecanismos de comprobación rápidos y eficaces de lo que se digitalice y, en particular, tutele efectivamente a la edición personal independiente. Las administraciones concernidas, los autores y la edición han de ponerse manos a la obra precisamente ahora y ahora mismo cuando el proyecto de Ley del Libro está en periodo de “audiencia de las partes”.
Federico Ibáñez
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2 comentarios:
Tienes toda la razón, aunque algunos hemos tomado decisiones independientes.
Pero desde luego, parece increíble -o quizás no-, que quien se llena la boca de grandilocuencia, luego sucumbe a la realidad.
Otra más al debe de algunos colegas catalanes.
Creo que la Biblioteca de la Universidad Complutense también ha suscrito un convenio con Google.
Jesús de Reus
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