Se amontonan los temas que giran en torno al libro. La red prolifera con asuntos que lo ponen de actualidad. Aspectos tales como el soporte en donde se “fija” el libro, el canal por donde discurre la información/formación, o el concepto de “editorial de contenidos”, son algunos sobre los que convendría reflexionar.
Hoy se me ocurre hablar de un ingrediente vital para la existencia del libro tal como lo conocemos. Me refiero a la tinta…electrónica.
Actualmente, la más novedosa tecnología de dispositivos electrónicos de lectura se basa en lo que se viene en llamar tinta electrónica.
La tinta electrónica tiene una ventaja significativa si la comparamos con los tubos catódicos (CRT) o las pantallas LCD para las aplicaciones de lectura y escritura. Al contrario que los anteriores, que necesitan de un refresco de pantalla continuo de al menos 25 imágenes por segundo, la tinta electrónica produce una imagen estable que no cansa los ojos y con una sensación cercana al papel con una imagen de alto contraste y alta resolución.
El resultado: una pantalla que permite leer incluso a la luz del sol con un ángulo de visión de 180 grados y que no consume energía para mantener la imagen en pantalla.
La tinta electrónica es un material que se procesa en una película o emulsión para conseguir visualizaciones electrónicas. Los componentes principales de la tinta electrónica son millones de microcápsulas del diámetro de un pelo humano.
Cada microcápsula contiene partículas blancas positivamente cargadas y las partículas negras negativamente cargadas suspendidas en un líquido claro. Cuando se aplica un campo eléctrico negativo, las partículas blancas se mueven a la parte superior de la microcápsula donde llegan a ser visibles al usuario.
Esto hace que la superficie aparezca blanca en ese punto. Un campo eléctrico opuesto tira de las partículas negras al fondo de las microcápsulas donde se ocultan. Así se generan las imágenes en la pantalla.
La tinta electrónica tiene algunas ventajas comparando con otras tecnologías: bajo consumo de energía, es ecológica, visión agradable con sensación “cercana al papel” ya que la imagen es fija, sin parpadeo/refresco de pantalla, se puede leer con luz natural, el usuario puede modificar el tamaño de la fuente para ajustarlo a su grado de visión.
En fin, un nuevo avance que nos exige mayor imaginación y adaptabilidad a lo que será el sector del libro en los próximos años.
Hoy se habla de que estamos en la era de la web 2.0 –superando los usos que hacíamos de la red: páginas html, correo electrónico y poco más. Quizás también tengamos que hablar de editores 2.0 –¿una nueva generación?
Jorge Ruiz Morales