lunes, 30 de marzo de 2009

FGEE



Hace unos días se ha celebrado la Junta Directiva de la Federación de Gremios de Editores de España. En ella se ha eligido al nuevo Presidente en la persona de D. Pedro de Andrés, del Grupo Anaya. La elección ha sido por primera vez por mayoría, y no por unanimidad como hasta ahora.
Aunque dicha así la cosa parece que entra dentro de toda normalidad, pero es todo lo contrario. Es el resultado de un lago trabajo de socavar el consenso reinante en la Federación por parte de empresas y personas que nunca han aceptado que la Asociación de Editores de Madrid sea independiente y autónoma para elegir sus propios candidatos y sus propias actuaciones al servicio de los cientos de editores agremiados.
Hay quién prefiere actuar a espadas de los editores manipulando la información, comprando voluntades o empresas, con tal de impedir que una gran editor independiente como D. José María Gutierrez de la Torre (Ediciones de la Torre), represente al sector del libro.

Esta oposición ha llegado hasta el estremo de preferir una persona que tiene por lo menos dos puntos en su contra: 1) no es un editor (aunque trabaja en una editorial) y 2)pertenece a un grupo francés (el Grupo Anaya fue comprado por el Grupo Lagardère).

La FGEE está presidida por alguien que depende de una multinacional francesa. Claro que esto en el mundo globalizado no nos debería escandalizar, ¿o sí queridos amigos y colegas de otros gremios?

Si además hicieramos caso a los rumores de que dicho grupo está en venta, no sabemos al final quién es quién en este azaroso mundo del libro. Bueno, algunos si sabemos donde estamos y quienes somos.

La AEM siempre ha trabajado por conseguir el consenso desde la legalidad (término este que a veces se olvida conscientemente), ya que es el único terreno donde cabe el juego democrático. Y por lo que sabemos, la Junta Directiva de la AEM seguirá actuando de esta forma.

Algunos pensarán que esto es ajeno a los problemas que tiene actualmente el sector. Pero si profundizamos un poco, veremos que la respuesta a los retos tiene que ser colectiva y para ello necesitamos una Federación que emita opiniones, realice informes, promueva los cambios necesarios desde la perspectiva de todos los editores por encima de voluntades e intereses localistas (legítimos, pero localistas), válidos en otras esferas del poder público.

lunes, 16 de marzo de 2009

Mi experiencia con Papyre



Desde hace algún tiempo es corriente encontrarse en los blogs comentarios de usuarios acerca de los lectores de tinta electrónica, que por fin han desembarcado en España. Hay que señalar que esta tecnología no es nueva, se ideó hace diez años y los primeros prototipos estaban basados en Gyricon, de funcionamiento similar a las pantallas Vizplex que usan la mayoría de los lectores actuales. Sorprende que la industria haya tardado una década en comercializar un producto como éste. O, visto lo que está en juego, quizá no.

Me compré hace un mes un lector, Papyre 6.1, y la verdad es que la experiencia de la lectura, sin ser excelente, es satisfactoria. En su contra: el tamaño de la pantalla, que todavía es pequeña, y la lentitud de refresco al pasar página. A su favor, la alta duración de la batería, el escalado de fuentes (no en PDF, pero sí en RTF y en el formato nativo FB2), que, para la vista cansada, es bastante útil.

No obstante, la experiencia de leer en un lector de tinta electrónica sigue sin ser comparable a la de un libro impreso. El tacto del papel, la facilidad de poder hojear un libro e ir a la página que te interesa si tener que introducirte en menús de opciones, el no depender de recargar la batería, o la legibilidad del texto impreso, que de momento es superior al de la tinta electrónica, juegan a favor del libro tradicional. La cuestión está en saber cuándo la industria lanzará un lector de tinta electrónica maduro y barato, y en qué medida esto afectará a las editoriales.

¿Debe ésta adaptarse a los tiempos y vender en la red sus libros en formato electrónico? Personalmente, dudo que esta fórmula de negocio digital acabe siendo rentable. La industria audiovisual ha sufrido y sufre en sus propias carnes los devastadores efectos de la piratería; en mi ciudad, de las tres salas multicines que había hace unos años, sólo queda una, y está fuera de la ciudad; me pregunto cuánto durará. ¿Para qué pagar por algo que puedes conseguir gratis en la red? Aún hay más: si buscamos libros electrónicos en la red, nos encontramos que hay un mayor porcentaje de pirateos de ciencia ficción, por encima de otros géneros. La venta pura y dura de libros electrónicos creo que está condenada al fracaso, y podría volverse en contra de las editoriales que la promuevan, pues rápidamente los usuarios inyectarán en las redes P2P y páginas web un buen montón de libros sin tomarse el trabajo de escanearlos; vamos, que será la editorial quien les haga el trabajo. Los sistemas anticopia y los libros con código personalizado para cada cliente son inútiles y pueden evitarse con herramientas informáticas; si el DVD y el Blu Ray, supuestamente invulnerables, fueron desprotegidos, ¿alguien duda que no va a ocurrir lo mismo con los sistemas de protección que se introduzcan en un libro electrónico? Además, por la idiosincrasia de nuestro país, no me imagino aquí un sistema como el Kindle, de Amazon, que funcione. Para sobrevivir al mañana serán necesarias fórmulas mixtas, que incluyan micropagos y publicidad, y ni aún así lo veo claro. Pero bueno, quien quiera leer sin pagar no necesita un lector de tinta electrónica ni buscar libros pirateados por Internet: va a la biblioteca de su barrio y se lo prestan gratis. ¿Han sucumbido las editoriales por la existencia de una red de bibliotecas públicas? No seamos catastrofístas. Al libro en papel aún le queda un largo tiempo entre nosotros.

Estaremos atentos a lo que nos depare el futuro.

José Antonio Suárez

domingo, 8 de marzo de 2009

Derechos... y torcidos

Hace unos días comentábamos los problemas de Amazon con su lector Kindle y la posibilidad de oír el texto. Recordemos que el Sindicato de Autores afirmaba que Amazon no había pagado derechos para ser reproducidos como audio, sino con texto. esta se defendía diciendo
[...] la herramienta experimental de Kindle 2 de transformar texto en voz es legal: no se hace ninguna copia, no se crea ningún derivado, y no se da ninguna muestra.
Pero en cualquier caso ha preferido curarse en salud y delegar en el editor la función de bloquear la posibilidad del audio.
Muchos expertos opinan que este es un tema que exige una reflexión y discusión en profundidad. Los derechos de copyright se están quedando obsoletos en la nueva sociedad de la información, digital y tecnológica. Hay que dar una respuesta a todos los nuevos retos.
Los problemas actuales del sector del libro en España (librerías en desaparición, devoluciones masivas de libros, producción desorbitada, el precio fijo,...) no nos está dejando levantar la mirada del suelo y proyectarnos hacia un futuro que se está convirtiendo en pasado.
Barnes & Nobles, que se autotitula la mayor librería del mundo, acaba de comprar por 16 millones de dólares a Fictionwise, el mayor independiente del libro digital.
Fictionwise tenía todo desde el 2000: librería virtual con y sin DRM, software lector para ordenadores, móviles e iPhone y el eBookwise, un lector de tan sólo ¡100 €!

Cada día más lectores de libros digitales, se incomodan por los libros que se descargan con DRM. En muchos casos prefieren irse a por las copias ilegales. El DRM, que permite defender el justo derechos de propiedad intelectual, se está quedando obsoleto como tecnología. Actualmente se vinculan los libros digitales a un aparato/máquina, pero el lector quiere independencia para poder "mover" su libro del ordenador al móvil y de este a un notebook y de este...
Ya hay alguna empresa de servicios que ofrece la posibilidad de que el editor sea quien decida, en el contrato, que su libros electrónicos vayan sin DRM. Y ya hay editores que aceptan esta situación y confían más en el precio reducido que en cerrojos electrónicos.
En fin, seguiremos hablando de esto y, seguro, de algún acontecimiento interno del sector.

Jorge Ruiz